sábado, 6 de noviembre de 2010

Domingo y después

No puede haber dudas, sería un domingo. Si tuviera deseos, si alguna vez quisiera vencer, redoblar la apuesta en vano (porque de antemano sé que perderé, nadie vence a ese absurdo inevitable)... En fin, si tuviera, si anduviera ganas de suicidarme, lo haría un domingo. Elegiría ese maldito día recluido junto al que todos señalan como "el más puto de los Diaz". Su estrategia es así: ser nada, junto a la peor de las fechas en el calendario, junto al principio de un ciclo repetido que durará cinco días, tal vez seis, pero nunca siete, nunca un domingo.
El día de descanso del creador consolida la desazón de los que intentan resignarse a la nada, a la existencia misma... porque cualquiera que apueste por disfrutar esto, por "vivir la vida", verá decaer domingo a domingo ese deseo de estar, de permanecer en esto que ocurre aquí, ahora, pero que puede no ocurrir, que puede dejar de ser en cualquier momento, y a pesar de los domingos.

martes, 21 de septiembre de 2010

Un último diálogo

¿Cómo se habla con una ex?, pregunta Rubén, que no hace más de dos meses que concluyó, de manera Calamariana ("...todo lo que termina, termina mal"), una relación de casi seis años. Evoca una canción de Estelares cuyo estribillo es un homenaje a aquellos mejores tangos desgarrados: "¿Dónde estarás, amor? ¿Quién agiganta el sol?"
No sé, no se puede, dice Luis. Es como actuar una escena absurda -acota-, ambos saben que se están mintiendo, que a la persona que ven en frente ya la saben e imaginan desnudas, con sus olores y defectos, con sus llantos y vergüenzas compartidos, que todo se reduce a una farsa para continuar con ese ciclo monorítmico al que obligan los estereotipos, la buena costumbre, la diplomacia doméstica y un pudor incómodo.
En fin, se incorpora Mauricio, ya pensando en el viaje a Chile que emprenderá en apenas dos días, y del cual todos, los tres, saben que no hay retorno. Es necesario dejar esos vicios, reemprender una huida nunca concluida, y ahora es el tiempo, sabes -se entusiasma.
Ese lunes los tres se mirarán sin decir mucho más. Hablarán de historias ya contadas, rememorarán de diverso modo alguna experiencia compartida, minimizarán algún error y se recostarán anchos sobre un triunfo pasajero. Sabrán que todo lo que digan será un último diálogo, que jamás habrá otro momento que los reúna para seguir inventando un mundo, un futuro, ahí, cercano, si casi lo toco -dice alguien, pero ya ninguno sabe quien lo dijo.

viernes, 30 de julio de 2010

Abandonos

Uno suele abandonar sus cosas, a veces por poco tiempo, otras de manera definitiva, como sucede entre las personas que alguna vez se amaron.
Quizá este blog se vea afectado por la primera manifestación de aquel acto, aunque se vuelve, como quien vuelve al sur, como quien vuelve siempre al amor.

Continuar(é)

jueves, 17 de junio de 2010

Hermosa y puta juventud

Me declaro un pésimo lector, y por lo tanto peor crítico, de poesía. Aunque no dejo de admirar la contundencia surreal de Prevert, o ciertos dolores compartidos de Pavese, o los giros exquisitos de Girondo.
Pero sucede, como a veces pasa en los domingos, que leo un suplemento cultural y aparece algo que rompe el hielo, que infunde un tibio aliento y saca del letargo previo al día siguiente, a la semana que comienza.
Aparecen entonces dos obras hermosas, y hay esas ganas de conseguir el libro anunciado de Gottfriend Benn en castellano; el primero es Hermosa juventud:


La boca de una chica que llevaba ya tiempo en un juncal
parecía roída.
Cuando se le abrió el pecho, el esófago estaba agujereado.
Por fin, entretejido debajo del diafragma,
un nido apareció con cría de rata.
Una de las pequeñas hermanitas había muerto.
Las otras vivían a base de hígado y riñones,
bebían la sangre fría y habían
pasado allí una hermosa juventud.
Y rápida y hermosa también llegó su muerte:
las tiraron al agua todas juntas.
Sus hociquitos, ¡qué grititos daban!


El segundo, Puta, dice:


La muela solitaria de una puta
muerta sin identificar
tenía un empaste de oro.
Las restantes faltaban ya cual si hubieran ido
a una cita secreta.
El encargado de los cuerpos se la arrancó,
la malvendió y se largó al baile.
Porque, según decía,
el polvo sólo al polvo ha de volver.

viernes, 28 de mayo de 2010

Trasnoche

Y sí, qué decir de un boliche, una discoteca un jueves a la noche, los cuerpos de pocos, insignificante número en relación a los viernes o sábados; pero hoy es noche de salsa, algunas parejas destacan por las volteretas, al punto de envidiar no marearse entre tanto circulo sinuoso y sensual, porque la rubia de apenas veinte, y la castaña de cuarenta, no dejan de despertar un interés cada vez más evidente...
De pronto aparece un vendedor, "el vendedor", de flores, que anima un paso de salsa, mientras dos jovenes con el corte de cabello recién estrenado desde el pelotón ríen estúpidamente; dos mujeres no dejan de mirar, pero es difícil animarse con tan poca gente, con la seguridad de tener que despertar mañana y dar respuestas a la rutina, so color de caer en morosidad.
Pero allí está la vida, claro, no importa que mañana se deba empezar como todos aquellos que no pueden decidir, que deben abrir los ojos antes de las 8, para que el día se presente tan igual al resto de los que caminan, también amaneciendo en el mismo horario... y tal vez en el mismo colectivo, la misma radio... Las mismas noticias, que caducarán al caer del día.

jueves, 13 de mayo de 2010

Desencuentros

Si la mano viene así yo me abro, dicen que dijo, para después jalar el cierre relámpago y mostrar todo su interior. Qué mano, le retrucó uno que las había perdido luego de tantas veces de ir y venir con una atrás y otra adelante. Yo me borro, alcanzó a decir otro, antes de que una goma "dos banderas" lo desdibujara.

Bueno, sí, tal vez haya sido idiota pensar eso, un juego de palabras inútil, la necesidad de no decir, pero ahí, diciendo, usando las herramientas dadas, preconcebidas; una imposibilidad de comunicar algo sin recurrir a los mismos elementos que diariamente se oyen, leen, padecen.

Hoy consiguió una novela de Ricardo Becher, siguió indagando y averiguó que el autor fue guionista de las primeras películas de Favio, que participó en los guiones de Torre Nilsson, y que ahora escribe su segunda novela desde un geriátrico en el que se encuentra recluido.
Será cuestión de leer, de avanzar, y completar un post incompleto, mal parido desde el inicio.

PD: antes, claro, tratar de escuchar algo azaroso pero no menos exquisito (http://sonidosenfuga.blogspot.com/)

viernes, 2 de abril de 2010

La caja termina con usted

Son las dos de la mañana y la heladera está completamente vacía. Duda, piensa un poco antes de decidirse. El gato da vueltas alrededor de la cocina, como señalándole el plato vacío. Es cierto, esa misma tarde se agotó la última ración de su alimento. Por eso se pone las zapatillas y emprende la caminata. Wal Mart está a siete cuadras, pero con el frío las distancias siempre se dilatan.
Un supermercado abierto las 24 horas tiene algo de misterio. Sus góndolas recorridas por zombies como uno, se dice. Por ello no le extraña ver a una señora de pantuflas, entrada en años; a una familia, con tres niños, todos despiertos, muy despiertos; a un travesti que oficia a pocas cuadras; y a un vecino que jamás saludó pero esta vez hay esa mirada cómplice, esa necesidad de levantar las cejas en esa rara intimidad que ofrece un galpón enorme.
Al llegar a la caja rápida tiene tres o cuatro personas delante, y el cajero le hace señas, le dice que por favor avise a los que vengan detrás que la caja termina con él. "No entiendo", se ofusca. Que va a cerrar la caja, que él será el último a quien cobre, sintetiza el cajero.
Entre el ruido del lector del código de barras y la lentitud de la fila debe ser el mensajero, el que soporte las caras extrañadas de aquellos que dudan de lo que debe decirles, que se marchan desconfiados a la próxima caja.
Cuando por fin sus productos avanzan sobre la cinta, todo parece terminar. De pronto ve que el cajero introduce un salamín en la bolsa que acaba de llenar con sus cosas. "Por el favor", le dice.

sábado, 6 de marzo de 2010

La niñez y los perros

Ya que insistimos, y hasta esta palabra suena redundante, pero no se puede iniciar este post de otro modo... Porque ni siquiera es ficción, aunque jamás pueda darse una prueba o indicio de su veracidad... El cumpleaños es de un amigo; aun no llega a los 40 pero ya se padecen esas inquietudes de mitad de la vida (hoy que nos pronostican una longevidad impensada); la paternidad y sus miedos, etcétera.
"No sé en qué momento, pero la inocencia se pierde en la niñez (no es como dicen, que la adolescencia es el paso, mentira), porque vos entendés lo que es enamorarse de pibe, me refiero a esos amores de pendejo, esa idealización absurda del otro, esa idea del amor que tal vez mamamos en la televisión o nos venden nuestros padres; yo estaba loco, completamente sacado de amor por Daniela, tenía diez años, ella me llevaba meses, no sabía cómo decirle lo que pensaba, el beso que necesitaba, buscar la oportunidad de estar solos. Estas pibas siempre vienen acompañadas, una hermana, una prima.
"Pero entonces vienen las dos corriendo, es una tarde de calor que avanza rápido hacia la nocturnidad, y te dicen que las acompañes, y no alcanzas a atravesar la puerta del patio de su casa que ya se sienten los aullidos, porque no pueden, no alcanzan a ladrar, si apenas tienen un par de dias de nacidos, los perros pelean por flotar en un pozo ciego, y una de ellas te dice que fue su hermano mayor, el Anselmo, que no pueden mantener semejante cantidad, son siete, remarca, que hay que ahogarlos antes de que la madre se dé cuenta. Y al otro día te enterás, el último cachorro no paró de gritar hasta bien entrada la mañana. El apocaliptico final quedó reducido a ese espacio, un pozo ciego que se tragó siete vidas animales."

miércoles, 24 de febrero de 2010

Despedida

Y entonces llega esa figura repetida, esa negación, eso que le sucede a otros. A las 6 de la tarde lo llama su padre, la voz quebrada (es la segunda vez en toda su vida que lo escucha así) diciendo "murió mi hermano, recién, en Bariloche." "Cómo que murió, de qué..." "Un ataque, un infarto, no sé, estoy saliendo para allá."
Ni siquiera alcanza a decirle manejá despacio.
Después el ritual, una autopsia por muerte dudosa en horario de trabajo, la espera del cuerpo, los preparativos de la sala velatoria.
De vez en cuando llama a su padre y le pregunta cómo va todo. Si ya lo pudo ver, si se sabe cómo fue. Y ahí comienza la culpa, el no haber ido, el no despedir finalmente a ese tío que ofició, en los hechos, como su padrino; que siempre bromeaba, a veces hasta el hartazgo, que se negaba a comportarse todo el tiempo como un adulto, escapando a la seriedad en cada oportunidad, aún en el cajón, porque su padre le dice que parece mentira, se estaba riendo, era como para esperar que se levantara en pleno velatorio y comenzara a putear a esa familia desintegrada que ahora se juntaba al lado de un cadaver.
Al menos eso, una obligada reunión, el verse las caras nuevamente, las huellas del tiempo, la vida que se fue para que ellos se acordaran de ejercerla.

miércoles, 20 de enero de 2010

Borges en Guatemala

En la última película de Chabrol (Bellamy, Francia, 2009) el personaje homónimo interpretado por Gerard Depardieu mantiene una tensa y no menos ambigua relación con su medio hermano, Jacques Lebas. Este último repite, en una suerte de azar preanunciado, la muerte que se ve al comienzo del film y que mantiene inquieto a Bellamy.

Insistía Borges en que al destino le agradan las repeticiones. Desconocemos si el abogado guatemalteco Rodrigo Rosenberg leyó al escritor argentino, en especial "Tema del traidor y del héroe" (Ficciones, 1944).

Sabemos que el 10 de mayo de 2009, mientras daba un paseo a bordo de su bicicleta, fue asesinado por unos sicarios que se dieron a la fuga. En su funeral se dio a conocer el video que grabara días antes, en el que anunciaba su propia muerte por encargo del presidente de su país: "Si usted está viendo u oyendo este mensaje es porque fui asesinado por el señor presidente Alvaro Colom, con ayuda de Gustavo Alejos y del señor Gregorio Valdez", decía, de traje y corbata, mirando fijamente a la cámara.

La noticia recorrió el mundo, casi con la misma velocidad que el famoso video, vía CNN y YouTube. El gobierno de Guatemala sintió el temblor mediático y esquivó tristemente los pedidos de renuncia del presidente mientras fuera investigado.

Hace pocos días, según lo anuncia el sitio ABC, la comisión multinacional que investigó el hecho llegó a un resultado inesperado: Rodrigo Rosenberg habría planificado su propia muerte, contratando por un teléfono celular a los sicarios que lo ultimaron y dejándose mensajes amenazantes en su contestador.

Rosenberg, arriesgan, no pudo sobrellevar la muerte de la hija de su mejor cliente, Khalil Musa, con quien mantenía una relación sentimental. (Su segunda esposa, al parecer, había emigrado a México con sus hijos.)

Sintiéndose solo, y quizá culpable del asesinato de su amante, Rosenberg urde un plan similar al de Kilpatrik en el relato borgeano: su muerte no sería en vano, el pueblo de Guatemala (como allí el de Irlanda), se revelaría al conocer la verdad filmada, solo que aquí la complicidad y puesta en escena es conocida solamente por el próximo asesinado, al margen que algunos involuntarios actores soportarán pesadas consecuencias. Encarga a unos primos de su esposa contratar asesinos a sueldo para la ejecución de un tercero que, según les informa, lo estaría extorsionando y que no es otro que él mismo. Redacta su testamento. Ordena a su secretaria entregar un cheque de 40.000 dólares a uno de los primos devenido en actor, para que este abone el precio de su muerte al asesino a sueldo.

Otro medio informa que encargó a su guardaespaldas reparar el rodado que lo conduciría a su destino final, ya que hacía tiempo que se oxidaba en el balcón de su departamento.

A la hora señalada de aquél día de mayo, en la Avenida Segunda, desde un Mazda los contratados le dispararon a quemarropa a ese hombre del cual solo conocían la voz a través del auricular del teléfono. El error de ese crimen suicida casi perfecto fue el lugar escogido: las cámaras de seguridad permitieron rastrear el vehículo de los homicidas y, pesquisas mediante, concluir que Rosenberg quiso ser, tal vez sin proponérselo, Fergus Kilpatrik.

lunes, 4 de enero de 2010

Problemas para el lector

El lugar: un estacionamiento subterráneo de un hipermercado. Es dificil describir la situación. El verse observado como si se tratara de un fundamentalista en los segundos previos a eso que pretenden definir como inmolación y que no es otra cosa que un suicidio egoísta y estúpido.
Ir con un libro en el auto, esperar que el resto de los acompañantes realice las compras recorriendo góndolas mientras uno hace lo propio en las hojas de un libro, con la espalda pegada a la butaca cada vez más húmeda, resulta una empresa difícil. A la tarea del personal de seguridad que pasa tres veces delante del vehículo, mirando de soslayo la contratapa del libro en cuestión, mientras se oyen distintas voces y partes de información en el handy que lleva en su mano, le suceden el llanto interminable de un niño y tres alarmas que, casi simultaneamente, buscan desesperadamente aumentar su estridencia en el eco que devuelven las paredes y columnas de ese espacio sin oxígeno. Después de media hora uno entiende la inutilidad, apenas tres o cuatro relatos breves de ese libro que, ahora, con la excusa del verano y un tiempo un poco más dilatado, se espera poder terminar (para que la lista interminable de otros que lo emulan, dispersos en rincones del departamento, pasen a ocupar su efímero lugar). Luego, la llegada de las bolsas cargadas, el abrir del baúl, y el salir nuevamente a ese mundo urbano sobrecargado de calor y humedad.