Debo insistir con la serie de Serling, porque cuando uno ve el primer capítulo (Where's everybody?) comprende de inmediato que Soy leyenda no innovó en nada, que las escenas más logradas de esta última son una reproducción de algunos momentos de aquél primer episodio. El hombre en la soledad hablando con el maniquí de una mujer, de una manera entre torpe y tímida, pero buscando el levante. En la serie de Serling el hombre se acercaba al camión donde esta se encuentra sentada, en el film la mujer-manequí dentro de un video club.
Con el segundo capítulo (Único para los ángeles) uno entiende por qué debe odiar el bodrio ¿Conoces a Joe Black?, que la reproduce pero no logra imitar; y tal vez haya inspirado al amigo Woody Allen para su relato El Séptimo Sello (igual título que la película de Bergman), incluido en Para acabar de una vez con la cultura.
Y qué decir de To serve man, y esa última parte con ella corriendo para decirle desesperadamente al protagonista que no suba, que la nave Kanamita a la que está a punto de entrar es parte de una mentira, y que él será parte del menú: "The other part of the book... To Serve Man... It's a cookbook!"
sábado, 21 de marzo de 2009
viernes, 20 de marzo de 2009
Apuntes sobre la soledad
Estoy viendo el primer episodio de -con seguridad- la mejor serie de todos los tiempos: La dimensión desconocida, creada por el inigualable Rod Serling.
Pienso, mientras veo este primer capítulo, ¿Donde están todos? (Where's everybody?), que llegado el final, cuando el protagonista empieza a pedir ayuda abrazado al timbre de un semáforo, y justo ahí, cuando comienza a verse la cara de algunas personas observándolo, estos deberían ser, en realidad, maniquíes. Es decir, que el sujeto no fuera parte de un experimento.
Que el capítulo terminara justamente así (sin la explicación final lógico-moralista): con el protagonista siendo el espectáculo que observan unos maniquíes. De esta manera, tal vez, el relato habría sido aún más oscuro.
Pienso, mientras veo este primer capítulo, ¿Donde están todos? (Where's everybody?), que llegado el final, cuando el protagonista empieza a pedir ayuda abrazado al timbre de un semáforo, y justo ahí, cuando comienza a verse la cara de algunas personas observándolo, estos deberían ser, en realidad, maniquíes. Es decir, que el sujeto no fuera parte de un experimento.
Que el capítulo terminara justamente así (sin la explicación final lógico-moralista): con el protagonista siendo el espectáculo que observan unos maniquíes. De esta manera, tal vez, el relato habría sido aún más oscuro.
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