Un clérigo que descreía del mormonismo fue a visitar a Joseph Smith, el profeta, y le pidió un milagro. Smith le contestó:
-Muy bien, señor. Lo dejo a su elección. ¿Quiere usted quedar ciego o sordo? ¿Elige la parálisis, o prefiere que le seque una mano? Hable, y en el nombre de Jesucristo yo satisfaré su deseo.
El clérigo balbuceó que no era esa la clase de milagro que él había solicitado.
-En tal caso, señor -dijo Smith- usted se va a quedar sin milagro. Para convencerlo a usted no perjudicaré a otras personas.
(M. R. Werner, Brigham Young, 81 [1925], citado por Borges y Bioy, en Museo, Emecé, Buenos Aires, 2002, p. 106)
Hola amigo Boris
ResponderEliminarGracias por tu comentario de "Bueno y delicioso"
Amigo, yo creo en esa gran capacidad de razonamiento que tu tienes.
Amigo, yo deseo que tu seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, asi como prospera tu alma.