Es jueves, por la mañana, nos encontramos con dos viejos amigos (la definición no es el lugar común: me llevan más de treinta años de diferencia). Lucho insiste, sorbiendo la última parte de su café, que es imposible intentar entender a las mujeres. Grafica con los dedos el curso rectilíneo que va desde un pocillo al otro, emulando la decisión del género masculino. Hace lo mismo, pero dando giros antes de llegar, en una metáfora de los rodeos femeninos frente al mismo tramo.
Se acaba de separar, pero en los buenos términos de una persona de 60 años que ya lleva varios desencuentros. Nos comenta que tal vez reanude esa relación que aun no se ha roto del todo, pero en tal caso con la modalidad "cama afuera". (Recordamos, entonces, el binomio Allen-Farrow, entre otros.)
A la tarde, algo cansado, me recuesto y reemprendo la lectura de Como en la guerra, exquisito juego del lenguaje de Luisa Valenzuela (que me adquirió hace pocos días, el libro, sí, desde su página cero a modo de prólogo con ese extraño, torturado sujeto recién violado por el caño de un revolver y que solo piensa en vengarse reventando y salpicando todo literalmente de mierda), y me encuentro con dos miradas cautivantes sobre ámbos géneros y la/s necesidad/es de encontrarse.
La primera, la masculina: "De las infinitas posibilidades de catalogar al género humano propongo una: la catergoría de los que huyen de seres como ella y la de quienes, como yo, los buscan desesperadamente".
La femenina, más poética pero no menos penetrante: "tengo miedo de ser sólo un fantasma en el recuerdo de ciertos señores que [...] no pueden tolerar demasiado tiempo mi presencia. tengo miedo de ser para algunos un remoto grano de pimienta que queda entre los dientes después de la comida; mucho más tarde muerden como al descuido y alli estoy yo quemándoles la lengua y ni siquiera me merezco una puteada".
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Estoy absolutamente de acuerdo con las relaciones cama afuera, pero también te cuento que en lo que se refiere a los rodeos, los veo en los hombres y a full, o será que a mí me tocan todos los vuelteros?
ResponderEliminarBeso
Lady Baires
Estimada Lady Baires, su caso es muy particular (a juzgar por los deliciosos post de su blog) pero, sin duda, los vuelteros, freaks, y demás ejemplares masculinos, son su fuerte.
ResponderEliminarEs real la necesidad de encontrarse? o es la búsqueda solamente lo que importa, como si fuera que no importa llegar, sino el viaje.
ResponderEliminarMientras, muchos andan por la vida sin saber realmente lo que estan buscando.
Hablando de encuentros, recién me encuentro con tu comentario.
ResponderEliminarTrillado, tal vez, pero siempre recuerdo aquella máxima de Cortázar: "Andabamos sin buscarnos, pero sabiendo que andabamos para encontrarnos."
Gracias por pasar.