El día que Rogelio Suárez supo que, finalmente, no lo iban a matar se sintió aliviado, naturalmente.
Pero hizo algo estúpido: tomó el teléfono, marcó eufóricamente el número del sicario arrepentido, y lo felicitó por la decisión de no asesinarle.
Dos horas más tarde dormía plácidamente en una reposera, junto a la piscina.
Solo quince minutos después lo despertó, y durmió definitivamente, el ruido de la metralla.(La Plata, Provincia de Buenos Aires, circa 2001)
lunes, 12 de octubre de 2009
Manuscrito hallado en una caja
El último post y, sobre todo, el azar posterior a una mudanza hicieron que acomodando papeles de una caja (de mis épocas de estudiante universitario) encontrara el siguiente texto:
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
potente, como la gran puta!!!
ResponderEliminarbuenísimo que hayas vuelto al ruedo.. aquí estaremos!
Muchas gracias, querido Agustín.
ResponderEliminarSeguiremos y estaremos.
Que intenso...!
ResponderEliminarme gusta encontrarme con apuntes o anotaciones de mi época de estudiante... Por eso marco los libros, cuando los retomo adoro encontrar que me llamó la atención en el momento que lo leí...mañas...
Gracias por la visita,vuelvo
Gracias por pasar.
ResponderEliminarCompartimos las "mañas".