lunes, 28 de diciembre de 2009

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El regreso de unas pequeñas vacaciones, la compra a última hora de la edición dominical de Página/12 y de vuelta al horror. (Todos los horrores, parece, son el mismo horror.)
La historia pertenece a Yitzhak Ganon, de 85 años, que vive en Petach Tikva, cerca de Tel Aviv. Evitó a los doctores toda su vida.
Como lo refiere el suplemento RADAR del matutino porteño "Hace poco [...] Yitzhak Ganon volvió a casa y se sintió mal, tan mal que no pudo resistirse a que lo llevaran al hospital. Al llegar tuvo un ataque cardíaco y los doctores tuvieron que operarlo. Pensaron que no sobreviviría la operación, porque descubrieron que tenía un solo riñón." Cuando despertó, luego de los efectos de la anestesia, contó la historia de por qué evitó a los doctores toda su vida y, lo más importante, a dónde fue a parar su riñón perdido:
“Soy de Arta, una ciudad al norte de Grecia. Un sábado, el 25 de marzo de 1944, apenas habíamos prendido las velas del Sabbath en casa cuando un oficial de las SS y un policía griego entraron y nos dijeron que nos preparáramos para un largo viaje”, relata el sobreviviente, levantando la manga de la camisa para mostrar un número tatuado con tinta azul en su antebrazo izquierdo. El padre de Yitzhak murió en el viaje a Auschwitz. Su madre y sus cinco hermanos fueron a las cámaras de gas. A él le tocó un destino terrible: fue a parar al hospital de Auschwitz-Birkenau, donde el ángel de la muerte, el doctor Mengele, realizaba experimentos inenarrables con los prisioneros.
"A Yitzhak lo ataron a una mesa de operaciones y ahí nomás, sin anestesia ni nada, Mengele lo abrió y le sacó un riñón. 'Lo vi palpitando en su mano y grité como un loco, supliqué que me mataran, para no sufrir más'."
Luego de más experimentos, cuando no tenían nada más que hacer con él, lo enviaron a la cámara de gas y se salvó por la burocracia nazi: entraban como máximo doscientos prisioneros, él era el número doscientos uno.
Yitzhak volvió a Grecia tras la liberación de Auschwitz, se reencontró con dos hermanos que sobrevivieron, emigró a Israel en 1949. Se casó y juró nunca más ir al médico.
Ahora, tras un segundo ataque al corazón que concluyó con la implantación de un marcapasos, reconoce que los médicos le salvaron la vida. Una vez más, Yitzhak Ganon escapó a la muerte.

5 comentarios:

  1. y no pude evitar sentir congoja por este texto. Esa sensación rara que marca diversas sensaciones, que se debaten entre el pasado y el presente.
    Me agradó, mucho

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  2. tan escalofriante como bien relatado, Boris, lamentablemente no puedo decir que fue un placer leerlo. en la humanidad cabe todo, ojalá que los "nunca más" sean duraderos.

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  3. Situación inhumana, brutal y cruel, que deja mucha tristeza.
    Boris, te deseo que tengas un excelente 2010!!
    Cariños
    Lady Baires

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  4. Payasa: compartimos la sensación. Gracias.

    S.A.L.: es escalofriante, pero el buen relato no me pertenece, apenas algunos injertos en un trasplante directo desde el matutino indicado. Comparto lo que decís.

    Lady Baires: gracias. También un buen 2010 para vos y los demás lectores.

    Gracias a todos. Buen año.

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  5. Terrible! increible como pudo sobrevivir a ese episodio, digo médicamente hablando. De leerlo nomás me descompone.
    que bestia puede ser el hombre.

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